Praga es con justicia considerada una de las ciudades más bonitas de Europa. Llamada la "ciudad de las cien cúpulas" por las numerosas torres que recortan su paisaje, la "ciudad dorada" cada año recibe alrededor de tres millones de visitantes.
Si bien sus atractivos principales giran en torno a su imponente castillo y la Plaza de la Ciudad Vieja, considerada entre las más bellas plazas del mundo, Praga cautiva en cada calle de su centro histórico, donde la muy bien conservada arquitectura de sus tiempos gloriosos parece transportar mágicamente a un cuento de hadas..
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Situada idealmente en el corazón de Centroeuropa y en plena Bohemia, Praga sigue aún hoy envuelta en una atmósfera de fantasía, alimentada por numerosas leyendas de otros tiempos que asoman en cada monumento, en cada rincón.
Praga es una ciudad cuyo centro histórico es simplemente encantador. Conformado esencialmente por los antiguos poblados que al reunirse constituyeron una sola gran ciudad, la zona turística propiamente dicha se extiende desde la colina del Castillo de Praga y los jardines circundantes hasta aproximadamente la Plaza Wenceslao, en la Ciudad Nueva. El centro es, entonces, relativamente pequeño; se puede ir del castillo a la plaza en media hora de marcha normal.
Pero que no engañe su tamaño; recorrerlo toma su tiempo puesto que el corazón de Praga no tiene desperdicios. Vale la pena detenerse y observar cada rincón con atención porque cada uno encierra algún detalle o tal vez una historia que lo hace especial.
El imponente Castillo de Praga -que finalemente no es tan "castillo"- es tan viejo como la ciudad misma. Unas grandes escalinatas lo conectan con el Barrio Pequeño recostado a sus pies, cuyas calles bordeadas de casas coloridas llevan al famoso Puente Carlos que cruza al otro lado del río Moldava.
El imponente Castillo de Praga -que finalemente no es tan "castillo"- es tan viejo como la ciudad misma. Unas grandes escalinatas lo conectan con el Barrio Pequeño recostado a sus pies, cuyas calles bordeadas de casas coloridas llevan al famoso Puente Carlos que cruza al otro lado del río Moldava.
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Unos cuantos pasos andando y se llega al verdadero tesoro de Praga: la plaza de la Ciudad Vieja, una de las más bellas de Europa, comparable solamente a la Grand Place de Bruselas. Al norte de la Ciudad Vieja, el antiguo Barrio Judío o Josefov guarda muchísimos recuerdos de esta comunidad y su vida en la ciudad.
La Ciudad Nueva tiene otros aires, un ambiente más moderno signado por la arquitectura art-nouveau del siglo XIX, y su eje gira en torno a la extensa Plaza Wenceslao, dominada por el Museo Nacional.
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Si se dispone de tiempo para salirse un poco del centro hay algunas atracciones, museos en especial, muy interesantes en las afueras. Si el tiempo disponible es de varios días, en la región de la Bohemia los atractivos son casi incontables y abarcan palacios, castillos fortificados, poblados pintorescos, ciudades cerveceras y ciudades termales. Se impone una selección pues difícilmente se alcance a recorrerlos a todos...
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